Quería oír música, me pase sobre los discos para elegir uno y me detuve en "Wish You Were Here" de Pink Floyd, lo puse en el estéreo y me senté a escucharlo.
Cierro mis ojos.
Se oye los sintetizadores con los que abre el disco y mi pensamiento me lleva a los 90's formando parte de un pequeño grupo de escaladores, recuerdo que alguien tenía una Tracker con un potente sonido, levantaba la puerta trasera y la música retumbaba por las paredes del cañón. Ese día, a mitad de mi ascenso, se escucho Pink Floyd.
Me alejaba del suelo, manejaba mi centro de gravedad, pasaba mi peso de un pie a otro, les decía a los chicos que era como bailar ballet: calzado especial, mínimo contacto -en este caso- con la vertical, algunos con elastano... ya no dije más, amenazaron con soltarme.
Seguía subiendo, se oía la música y ésta me llevaba a 1975, a los estudios Abbey Road. Imaginaba que podía ver las paredes que amortiguaban ecos de canciones que nunca fueron grabadas, mudas cómplices de los genios musicales. Veía a Waters y a Gilmour cuando aun podían negociar sus egos. Waters reescribiendo un borrador pensando en aquel amigo que quedo en el fuego cruzado y a Gilmour rasgando su guitarra. Y ahora, están conmigo acompañando cada avance que doy. Se escucha la primera parte de "Shine on you ...". Sí, ellos están aquí.
Jugar al basquetbol, además de la nariz rota, me dejó un dedo lastimado que jamás me atendí, de vez en cuando duele al hacer presión. Nunca tuve manos bonitas, a menudo tenía los nudillos raspados y las cutículas reventadas al asirme de fisuras y agarres.
Han pasado varios minutos de esfuerzo y mi amigo soltando cuerda desde el piso. En la ciudad hace un calor de casi 40 grados. En el cañón, sus montañas hacen un túnel de aire que al rozar sus paredes gana frescura trasmitida por el agua que hay en sus entrañas. Me siento agotada con el esfuerzo, siento un ligero dolor de cabeza, las sienes me palpitan y el corazón a tope. Cierro los ojos y me escucho jadear, aprieto los dientes y pego mi mejilla a la roca, la siento fresca, me concentro en trabajar mi respiración. Se escucha la guitarra de Gilmour en Wish You Were Here que me ayuda a relajar.
Siento unos tirones en mi cintura que me hace abrir los ojos, es el arnés sujeto a la soga, mi compañero quiere saber si estoy bien; con señas le hago saber que solo necesito tiempo. Miro el panorama que esta a mis espaldas y veo el esplendor de las montañas, en una hermosa postal que pocos pueden apreciar. How wish you were here.
Recobrando el aliento, sigo mi progreso, ya falta poco. Hay otro grupo haciendo una línea contigua, es un escalador experimentado que sube con gran facilidad y pronto llega a su punto. Eres tú, que al pasar me dices frases de ánimo.
Por fin llego a mi meta donde tú ya estabas esperando. Intercambiamos un par de impresiones sobre el panorama que nos regala las montañas. No soy buena conversando con extraños y me apresuro a bajar. El ambiente esta embriagado de notas de "Shine On you Crazy Diamond" que es inevitable cantar. También bajas y quieres cantar pero te equivocas de estrofa y reímos.
Deliberadamente deslizamos lento nuestras cuerdas.
Mientras en 1975 Waters canta frente a un micrófono en un cuarto en Abby Road pensando en Syd, Tú y Yo cantábamos con él en aquel sábado de los 90's. Y también Tú y Yo cantábamos a todo pulmón aquel 2 de abril del 2007 con el genio delante nuestro a escasos metros.
Y hoy Yo, con todos mis Yos, tus Tú y los distintos Rogers, sentada en un sillón, escucho a Pink Floyd.
Cierro mis ojos.
Se oye los sintetizadores con los que abre el disco y mi pensamiento me lleva a los 90's formando parte de un pequeño grupo de escaladores, recuerdo que alguien tenía una Tracker con un potente sonido, levantaba la puerta trasera y la música retumbaba por las paredes del cañón. Ese día, a mitad de mi ascenso, se escucho Pink Floyd.
Me alejaba del suelo, manejaba mi centro de gravedad, pasaba mi peso de un pie a otro, les decía a los chicos que era como bailar ballet: calzado especial, mínimo contacto -en este caso- con la vertical, algunos con elastano... ya no dije más, amenazaron con soltarme.
Seguía subiendo, se oía la música y ésta me llevaba a 1975, a los estudios Abbey Road. Imaginaba que podía ver las paredes que amortiguaban ecos de canciones que nunca fueron grabadas, mudas cómplices de los genios musicales. Veía a Waters y a Gilmour cuando aun podían negociar sus egos. Waters reescribiendo un borrador pensando en aquel amigo que quedo en el fuego cruzado y a Gilmour rasgando su guitarra. Y ahora, están conmigo acompañando cada avance que doy. Se escucha la primera parte de "Shine on you ...". Sí, ellos están aquí.
Jugar al basquetbol, además de la nariz rota, me dejó un dedo lastimado que jamás me atendí, de vez en cuando duele al hacer presión. Nunca tuve manos bonitas, a menudo tenía los nudillos raspados y las cutículas reventadas al asirme de fisuras y agarres.
Han pasado varios minutos de esfuerzo y mi amigo soltando cuerda desde el piso. En la ciudad hace un calor de casi 40 grados. En el cañón, sus montañas hacen un túnel de aire que al rozar sus paredes gana frescura trasmitida por el agua que hay en sus entrañas. Me siento agotada con el esfuerzo, siento un ligero dolor de cabeza, las sienes me palpitan y el corazón a tope. Cierro los ojos y me escucho jadear, aprieto los dientes y pego mi mejilla a la roca, la siento fresca, me concentro en trabajar mi respiración. Se escucha la guitarra de Gilmour en Wish You Were Here que me ayuda a relajar.
Siento unos tirones en mi cintura que me hace abrir los ojos, es el arnés sujeto a la soga, mi compañero quiere saber si estoy bien; con señas le hago saber que solo necesito tiempo. Miro el panorama que esta a mis espaldas y veo el esplendor de las montañas, en una hermosa postal que pocos pueden apreciar. How wish you were here.
Recobrando el aliento, sigo mi progreso, ya falta poco. Hay otro grupo haciendo una línea contigua, es un escalador experimentado que sube con gran facilidad y pronto llega a su punto. Eres tú, que al pasar me dices frases de ánimo.
Por fin llego a mi meta donde tú ya estabas esperando. Intercambiamos un par de impresiones sobre el panorama que nos regala las montañas. No soy buena conversando con extraños y me apresuro a bajar. El ambiente esta embriagado de notas de "Shine On you Crazy Diamond" que es inevitable cantar. También bajas y quieres cantar pero te equivocas de estrofa y reímos.
Deliberadamente deslizamos lento nuestras cuerdas.
Mientras en 1975 Waters canta frente a un micrófono en un cuarto en Abby Road pensando en Syd, Tú y Yo cantábamos con él en aquel sábado de los 90's. Y también Tú y Yo cantábamos a todo pulmón aquel 2 de abril del 2007 con el genio delante nuestro a escasos metros.
Y hoy Yo, con todos mis Yos, tus Tú y los distintos Rogers, sentada en un sillón, escucho a Pink Floyd.